portada del volante de la fiesta-paseo de traslado de la Cúpula

El Solar, si recordáis, fue una iniciativa ligada al desalojo del último Laboratorio (Labo04, en Ministriles). Lo llamamos El Laboratorio en el Exilio: la experimentación de un “centro social” sin edificio, una iniciativa nómada que se expresara en cualquier lugar posible y que entendiera cualquier lugar como posible. Al tiempo, se iniciaba el intento de recuperar la Tabacalera para usos sociales, incluido un centro social.

El Solar, entre tanto, fue adquiriendo su propio carácter. Obviamente limitado como centro social del tipo que conocíamos y como promotor o receptor de todo tipo de actividades, impulsor de políticas críticas, espacio público que expresara y multiplicara las resistencias a los poderes de la ciudad, pasó por diversas etapas y se convirtió en una experiencia singular, difícilmente encasillable.
Por un lado, sirvió de base de operaciones para acciones públicas muy diversas de cierto activismo del barrio: la campaña de Tabacalera, acciones de Rompamos el Silencio, asambleas e intervenciones en el barrio de Lavapiés o el movimiento por la vivienda, entre otras.
Por otro lado, fue el espacio de reunión de grupos de vecinos y vecinas que no contábamos con otro espacio, y que llevamos nuestra propia iniciativa, construyendo espacios de debate y promoviendo proyectos e ideas críticas que aplicar al barrio.

Además, se constituyó como espacio necesario de encuentro cotidiano y vital -político- de gentes que durante este tiempo hemos podido construir una comunidad activa, afectiva, solidaria, conflictiva, en torno a nuestro querer vivir en Lavapiés sin resignarnos a la normalidad impuesta por el capitalismo institucional: decenas de encuentros en los que nos ocupamos tanto de experimentar el uso del espacio -aprendiendo colectivamente montones de conocimientos útiles sobre autoconstrucción, gestión de la dificultad, producción de la belleza de lo precario- como de dar satisfacción a ciertos deseos de comunidad -desde comer junt@s a celebrar acontecimientos vitales, pasando por simplemente estar, una verdadera anomalía en la tendencia fragmentadora, individualizadora, solitaria de nuestro contexto “sistémico”.

También, fue el espacio de desarrollo de muchas actividades de otras vecinas: desde teatro hasta presentaciones de libros, jornadas de debate, actividades de financiación de proyectos, música, creación de materiales para manis y otros eventos sociales y políticos, experimentos agrourbanos, etcétera.
Singularmente, fue el espacio más característico de los seis años de Muestra de Cine de Lavapiés, donde ésta se organizaba, se financiaba y encontraba el lugar apropiado para las proyecciones al aire libre.

La mera enumeración de eventos o actividades no sirve para expresar la función esencial del Solar como constructor y mantenedor de una red social que va más allá de lo político: aquello que pensamos como fundamental en el espacio público, aquello que echamos de menos o criticamos en la deriva de la ciudad como unidad básica de la máquina productiva al servicio del capital, enorme fábrica de lo mismo en términos de subjetividad, de valor monetario en términos materiales.

A mediados de 2009, el Ayuntamiento se propuso acabar con esta iniciativa, que okupaba una parcela de su propiedad. Al principio, solo porque la parcela era suya. Después, argumentando que la necesitaban para llevar a cabo un equipamiento social: una escuela infantil. Si lo primero no era razón suficiente para irnos, lo segundo nos convenció de que por una vez una acción institucional no merecía que nos enfrentáramos a ella: si bien es cierto que la escuela será de gestión privada -y eso concita nuestro desacuerdo- también lo es que pocas infraestructuras son más necesarias en el barrio y, por tanto, retrasar o dificultar su construcción no sería comprensible. Por otro lado, cuando se okupó el solar, uno de los argumentos que nos justificaban era precisamente el hecho de que el Ayuntamiento tuviera sin destino ni proyecto una parcela pública destinada a equipamiento. Demasiado tiempo después -más de diez años en total- el Ayuntamiento cumple con sus obligaciones.

¿Que viene a continuación? No estamos seguras. Contamos con la ilusión de continuar en otro espacio y seguimos demandando al Ayuntamiento que proporcione el espacio para la continuidad de actividades que él mismo reconoce como indicador de la salud de la ciudad.
Mientras tanto hacemos este desfile festivo y carnal (en plena cuaresma) para trasladar la Cúpula del Solar de Olivar 48 a un emplazamiento temporal, donde aguardará nuestra próxima estación.

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