Todos los diagnósticos realizados sobre el barrio de Embajadores-Lavapiés, desde antes de su declaración como Área de Rehabilitación (1996-1998) y durante el desarrollo de esta (1998 hasta la actualidad), incluyendo las actuaciones previstas en el Plan Especial de Revitalización del Centro Urbano (PERCU), ya durante la primera administración del señor Gallardón —procedan de investigaciones de inspiración institucional o de las propias redes vecinales—, han coincidido en señalar la necesidad de procurar espacios públicos y sociales apropiados. También coinciden en la dificultad de obtenerlos en un barrio muy densificado y complejo, sometido a un rápido proceso de transformación tanto estructural como poblacional, y con los consabidos riesgos de gentrificación o, por el contrario, de guetificación que afectan a las áreas centrales de la ciudad.

En todos los diagnósticos se precisa el valor integrador que tiene el uso comunitario del espacio público, tanto
en sus funciones de tránsito como de estancia y de potenciación de la relación social por medio del encuentro
y la apropiación activa de todos los sectores sociales que conviven en él. Es la función social integradora de la plaza pública frente a su apropiación exclusiva por un grupo o sector, que ha motivado diversas intervenciones en el barrio.

Sin embargo, no todas las intervenciones tienen la capacidad de conseguir plenamente su objetivo, como se puede apreciar en la valoración contradictoria que se tiene en el barrio de Lavapiés de diversos proyectos, entre ellos los realizados en Casino de la Reina o en las plazas de Lavapiés, Cabestreros, Tirso de Molina o Agustín Lara, los espacios públicos más representativos de este barrio (como se puede deducir del estudio realizado por la FRAVM “Lavapiés, intervención y rehabilitación 1998-2008”), además de la consideración más amplia del espacio público, no sólo la restringida al espacio no edificado.

La llamada a la participación ciudadana en los procesos de definición y transformación del espacio urbano tienen su sentido en esa complejidad, y la insuficiencia e inadecuación del espacio público en Lavapiés sigue
siendo uno de los déficits once años después del mayor plan de intervención que se ha producido en este barrio.

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