Desde el inicio, uno de los objetivos de los grupos del Solar era experimentar (en un proceso de ensayo, aprendizaje y práctica cooperativa) sobre formas constructivas efímeras, que habrían de servir para dotar al espacio de una infraestructura básica y así poder usarlo también en temporadas de frío y lluvia. El propio concepto de la recuperación de un solar en desuso implica la temporalidad y el posible nomadismo del proyecto, de modo que así se han pensado las estructuras cubiertas: efímeras, desmontables y móviles.

Se trataba, siempre, de obtener un espacio portable, techado y aislado que ocupara una parte menor del Solar, porque predominaba la visión de éste como un espacio abierto, inspirado en el parque público y en los tradicionales Community Gardens. Todo ello, haciendo uso de materiales de desecho, reciclados y puestos en valor por su nuevo uso, compaginando la vía tradicional de las autoconstrucciones (que “hicieron ciudad” en los años setenta) y la novísima de propuestas como la de Basurama (www.basurama.org).

Hasta julio de 2009 hemos ido ensayando distintas soluciones como:
– una estructura modular de obra (en colaboración con Santiago Cirugeda)
– una gran carpa de montaña (y algunas carpas de jardin para usos auxiliares)
– una cúpula geodésica realizada con materiales reciclados y útimamente
– la construcción con paja.

De todas ellas hablaremos en sucesivos artículos. En éste comenzaremos por una estructura que ha estado desde el principio, ocupando diferentes zonas dentro del solar.

Una plataforma de palés reutilizados.

Primera ubicación de la plataforma, pegada a la medianería, coincidiendo con el módulo, a comienzos de noviembre de 2003.

Quizá la más modesta de todas las infraestructuras que hemos construido ha sido la plataforma. Con ella pretendíamos la recuperación de la superficie irregular del solar con una base entarimada de palés y tableros reciclados, que cubrió y cubre aproximadamente la cuarta parte de la superficie del solar y ha servido de soporte a otras intervenciones como la carpa, el patio de butacas del cine de verano y otros actos públicos.

Asamblea de presentación del «Labo en el exilio», noviembre de 2003.

Modesta porque pasa desapercibida para la mayoría, a pesar del grado de comodidad que le da al espacio. En invierno aísla de la humedad y en verano del polvo; sin embargo no sofoca la tierra ni impide la organización de la vida bajo ella —cuando la lenvantamos para reparar alguna zona encontramos enormes lombrices de tierra ¡en medio de Madrid!— , no acumula el calor como el asfalto y está hecha con materiales recuperados y orgánicos.

Una anécdota bonita de contar es de dónde salieron todos esos pales. Como casi todo lo que hacemos, esta historieta nos conduce al conocido y tantas veces citado lema de Barrio Sésamo: «Sól@ no puedes, con amig@s sí»
La cosa es que andábamos meditando en cómo cubrir el suelo, tan mojado por las lluvias de octubre, cuando Nati —ese pedazo de mujer que a tanta gente conoce y ayuda—, llegó con la noticia de que un amigo suyo transportista, autónomo, que se buscaba unos cuartos extra recuperando palés de obra desechados, nos ofrecía un cargamento entero de su camión(cito). Tan sólo faltaban unos cuantos pares de manos dispuestas a descargarlo con premura. La que el tráfico impone en la estrecha y transitada calle Olivar. Y ahí estábamos «los curris» (ver Fraguel Rock) para mover todo ese material al interior del solar, en la negrura de las nueve de la noche, mojad@s y dando trompicones pero felices como niños con ese regalo que nos hacían. Una descripción práctica de lo que llamamos las redes sociales.